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MEJORAR EL TRANSPORTE PÚBLICO

Luis Amador tiene razón; ya es hora de colocar el tren eléctrico en el “baúl de los recuerdos” y prestar atención a lo que es uno de los peores sistemas de transporte público en la región.   Después de todo es ministro de Transportes además de Obras Públicas.   ¿Qué debería estar haciendo este líder joven?

Primero, convertir el tren existente en un transporte público verdadero.  Comenzar transformando el ancho de los rieles a 1435 centímetros, que es la norma mundial, y luego comprando suficiente equipo para dar un servicio que funciona todo el día y hasta una cierta hora de la noche.  Poner puentes elevados en puntos críticos – por ejemplo, los cruces de la Avenida Central y de la Sabana.  Ampliar los destinos hasta Atenas en un extremo y a Cervantes en el otro.  Construir estaciones amplias con techo y con servicios para los pasajeros. Trabajar sobre algo que ya está funcionando y no intentar un proyecto masivo nuevo—esa es la norma cultural costarricense.

Segundo, rediseñar las rutas de las concesiones autobuseras para que estas reflejan la necesidad de los pasajeros y no la tradición de hace 50 años cuando “todo camino se dirigía a San José.”  Cada vez hay más centros de trabajo fuera del cantón central y de fijo cada año viven menos personas en la capital.  Cada mañana y cada tarde hay miles de personas caminando por las calles de la ciudad “cambiando” de autobús; es un centro de acopio. Se quiso resolver este problema con los así denominadas “servicios inter-líneas”—cada empresa puso un par de unidades de sus más viejas para dar el servicio Escazú- Hospital México o Hatillo- Desamparados para dar dos ejemplos.  Esa no ha sido solución; se necesita un overjol de todo el sistema después de estudiar el uso que dan los pasajeros.  Algunos buses deberían conectar con el servicio de tren.  Por ejemplo, un residente de Atenas debería poder tomar un autobús de su casa a la estación de tren y luego continuar su viaje sobre los rieles.

Tercero, ya han aparecido “colectivos” que operan en ciertas rutas –Pavas –San José, por ejemplo.  Si han aparecido y tienen clientes entonces es otro ejemplo del fracaso del sistema formal actual.  Hay mucha gente que prefieren compartir con otros un automóvil para llegar a su destino; es más cómodo, más rápido y el costo no es muy elevado.  La Ciudad de Panamá y la Ciudad de México siempre han permitido que los taxis formales operan de esta manera. Las autoridades nacionales no deberían estar persiguiendo estos operadores, ni tampoco a los Uber y otros servicios privados.  Que los políticos usaron la emisión de una placa para operar un taxi rojo como una manera de ayudar a sus copartidarios es una historia interesante pero ya tienen que dejar de tratar de proteger a estos transportistas, frenando a los demás.

Sería muy agradable que hubiera un sistema de transporte tan cómodo, tan puntual, tan económico que algunos dejaran sus autos en casa por preferir lo público.

Carlos Denton

cdenton@cidgallup.com