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¿QUÉ SE PUEDE HACER PARA LOS AGRICULTORES?

Cuando colapsó la economía en 1980 los expertos coincidieron en que la causa fue la existencia de una estructura estatal muy costosa que se mantenía con ingresos débiles que provenían de la exportación de bananos, café, azúcar, y carne fresca. Ingeniadas por los mejores profesionales de ese entonces trabajando en CINDE, tres estrategias emergieron: 1) Diversificación de la agricultura, 2) Promoción de inversión extranjera en industria y 3) Atracción de grandes cantidades de turistas.

Los resultados de estas estrategias son varios y uno es que la economía dejó de depender de la agricultura (hoy siete por ciento del PIB).  Mucho de la mano de obra de este sector, aparte de las fincas pequeñas, es extranjera y temporal (café, banano, azúcar) o mecanizada. 

Es dentro de este contexto que se debería entender la marcha “de los agricultores” que se celebró pacíficamente en la capital recientemente.  Incluyó a los agricultores, pero también se incorporaron otros grupos incluyendo los profesores y estudiantes de estudios sociales de las universidades estatales, los sindicatos del sector público, lideres del PLN y el FA, y representantes de los grupos LGBTIQ.   Dieron bulto a la marcha, pero algunos de los agricultores expresaron duda en la clásica expresión tica “no me abraces compadre.”

A los agricultores hay que dividirlos en grupos cada uno con sus problemas.  Primero hay que separar los exportadores de los que producen para el mercado local.  Los exportadores de banano confrontan una situación especialmente complicada porque el gobierno costarricense aún les cobra un impuesto de exportación.  Hablando de algo insólito e increíble y seguramente producto de la época de “Mamita Yunai”, se impone a un exportador. Esta industria paga impuesto de exportación sumado a los costos enfrentados también por otros exportadores de recibir dólares “devaluados” para pagar costos locales cada vez más elevados.  Un banano costarricense es más caro que uno ecuatoriano o guatemalteco por el problema que enfrentan con la moneda.

Los que producen para el consumo local pagan más caro el costo de la semilla, del abono, y de los químicos requeridos para evitar plagas.   Esto es cierto, no por el tipo de cambio, si no porque hay dos empresas que tienen el monopolio en la importación de estos productos.  El gobierno actual abrió la importación a cualquiera que quería y podría, pero las empresas se fueron a los tribunales y lograron impedir esta apertura.  Lamentablemente la justicia no es pronta en el país (no justa entonces) y no se puede esperar una respuesta en un futuro cercano. La segunda división es entre los pequeños y los grandes agricultores.  Lamentablemente el pequeño agricultor está en vías de extinción en todo el mundo excepto los altamente especializados en productos orgánicos, o en café de muy alta calidad para citar dos ejemplos.

El gobierno debería ofrecer reeducación para para ayudarles a cambiar. 

Pero en realidad la marcha de los agricultores del otro día debería de haber terminado en el Banco Central; allí están los causantes de la exacerbación de los problemas para los agricultores.

Carlos Denton | cdenton@cidgallup.com